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martes, diciembre 03, 2013

Enfoques didácticos para el aprendizaje en ciencias de la salud

Se concibe a la enseñanza como una práctica social y pedagógica compleja. 
Existen diferentes enfoques didácticos (modelos teóricos de interpretación y de componentes curriculares) como el tradicional donde el alumno es un receptor pasivo de un  conocimiento supuestamente verdadero; el tecnicista concepción positivista de verdades acumulativas el alumno concreta tareas de aprendizaje; el activo con el conocimiento como producto abierto donde el alumno pasa a ser el centro de la tarea y la reflexión; el problematizador de concepción epistemológica constructivista y crítica que intenta superar la disociación entre teoría y práctica en la enseñanza con la que el alumno construye-resignifica su propio conocimiento basado en un pensamiento crítico-reflexivo.
En la carrera de Medicina el objeto de estudio es el proceso salud-enfermedad en el campo de la clínica médica, abarcando integralmente los aspectos preventivos, diagnósticos y terapéuticos de las enfermedades clínicas, así como la problemática vinculada a la rehabilitación de los pacientes afectados por las mismas. 
La formación de profesionales de la salud debe estar adecuada a las necesidades de la región y con competencias para el cumplimiento de actividades de promoción, prevención, asistencia y rehabilitación en la atención en la salud. Se propone un modelo formativo integral y flexible, que privilegie tanto la adquisición de conocimientos científicos como el desarrollo de habilidades cognitivas y actitudes éticas y la participación activa de la Facultad de Medicina en la planificación y desarrollo de programas y acciones de salud de la comunidad, enfatizando la integración docente-asistencial.
Los contenidos de la materia clínica médica son importantes porque esta contextualizado y adecuado al perfil profesional para el que se están formando. Por otra parte, para superar dificultades frecuentes como la desarticulación teoría-práctica, las estrategias de apoyo a los estudiantes requieren un mayor nivel de exigencia. Por ejemplo, al momento de realizar maniobras de semiología torácica se debería incentivar el logro de un número concreto habilidades y competencias claramente identificadas. Esto aparece cuando Zabalza M (2001:76) cita a Shulman L (1986) “…es un fuerte desafío la conexión en el aula entre la parte científica (contenidos a aprender) y la parte didáctica (la mejor manera de abordarlos para su aprendizaje)”.
Las habilidades y competencias para cada trabajo práctico deberían ser pocas y pensadas para que el alumno descubra cómo aprender a desarrollarlas y reforzarlas. Acorde a lo que cita Zabala Vidiella A (Concepción constructivista y atención a la diversidad, 1998; pag. 64), “…las actividades para determinar los conocimientos previos; significativos y funcionales; nivel de desarrollo; que provoquen un conflicto cognitivo; fomenta la actitud favorable; estimula la autoestima y el autoconcepto; habilidades para aprender a aprender…Es un proceso que no solo contribuye a que el alumno aprenda unos contenidos, sino que también hace que aprenda a aprender y aprenda que puede aprender…”

También la desarticulación teórica práctica se vuelve evidente al revisar el desarrollo de una historia clínica en la que el alumno puede tener conocimiento de alguna enfermedad prevalente, pero presenta dificultades al momento de elaborar/rescatar un razonamiento lógico entre los signos y síntomas hallados en el paciente y su correspondencia con el diagnóstico clínico mas probable, aun teniendo los fundamentos teóricos. Otra observación frecuente ocurre cuando debe formular un plan estratégico, ordenado y de complejidad secuencial de estudios complementarios en grandes síndromes clínicos como puede ser el síndrome de insuficiencia cardiaca, de alta prevalencia en nuestro país. Como señala Zabala Vidiella A (Enseñar contenidos procedimentales, 1998; pag. 83-85) “el dato más relevante viene determinado por la necesidad de realizar ejercitaciones suficientes y progresivas de las acciones que conforman los procedimientos, las técnicas o estrategias. Una vez aceptada la información los contenidos procedimentales han de contener actividades con unas condiciones determinadas: Las actividades deben partir de situaciones significativas y funcionales; las actividades presentan los modelos de desarrollo; una secuencia clara con un orden de actividades que siga un proceso gradual; requieren ayudas de diferentes grados y práctica guiada; actividades de trabajo independiente”.

Frente a éste contexto en educación superior, resulta pertinente utilizar un enfoque didáctico activo y problematizador que contribuye con la enseñanza y aprendizaje del alumno en el campo de las ciencias de la salud dando importancia a la actividad y maximizando su eficacia, es un enfoque que motiva la organización, interpretación, reflexión y síntesis de los conocimientos y competencias a partir de un problema de salud real desarrollados desde la historia clínica. Los problemas de salud, tal como se presentan en la práctica diaria, tienen frecuentemente una complejidad diversa. Este enfoque permite un aprendizaje que resulta más duradero y “…Permite al alumno relacionar el objeto y el sujeto en el proceso de investigación. Contextualiza su conocimiento, reconociendo las interacciones del objeto con el entorno…”. (Paradigma de la complejidad, Morin E. Epistemología de la complejidad).

La situación de trabajo práctico sobre el paciente pone al alumno frente a una realidad sin artificios. La estrategia de enseñanza basada en problemas clínicos (ABP, centrada en el alumno, basada en el problema del paciente) es adecuada al contexto y al perfil de la carrera ya que le permite adquirir y poner en juego conocimientos teóricos y prácticos en forma crítica y reflexiva. Aplica objetivos de aprendizaje sobre una estructura de problema clínico real de mediana complejidad, no estructurado que es aplicable en el ambiente práctico del ciclo clínico de la curricula, esto facilita un aprendizaje relevante del alumno. En su concepción constructivista, es una estrategia que requiere un fuerte compromiso de trabajo del alumno como de los docentes universitarios.
Se promueve un aprendizaje de conocimientos y competencias propios de la materia, un diagnóstico de sus propias necesidades de aprendizaje y comprender la importancia de trabajar en forma grupal y colaborativamente comprometiéndose con su proceso de aprendizaje.

Como preparación para la práctica profesional, la situación problemática que se plantea con un paciente enfermo real, les exige el desarrollo de habilidades motoras y de capacidad reflexiva para comprender el cuadro clínico. Esto permite el desarrollo de distintas competencias como son: actitudes de compromiso en su relación con el enfermo, en su comportamiento profesional-ético y humanístico, capacidad para trabajar en equipo y buscar soluciones nuevas; capacidad de analizar críticamente su trabajo.